Sociología
Jorge Basadre Grohmann, insigne historiador peruano decía: “El Perú es más grande que sus problemas”. Valgan verdades en realidad, y con un poco de pesimismo, ahora no sé si pueda aún todavía mantenerse esta expresión o es que debemos tomarla como una afirmación académica propia de un contexto histórico diferente. Algunos hechos recientes, alimentan esta posición de leve fatalismo. Pero definitivamente este panorama no es un producto único de la ineficiencia pública y de la burocracia dorada, tampoco lo es de la clase privada (empresas, organizaciones de lucro, bancos, etc) y tampoco lo es propiamente solo de la sociedad civil. Yo diría que es la sumatoria aritmética de todas esas irresponsabilidades, ineficiencias, miopías y hemiplejías burocráticas, y demás proyectos truncados, insalvables del estado, sector privado y sociedad civil. Una suerte de negligencia compartida. Digo esto por que, una nueva reforma a todo nivel, necesita para efectos de encontrar las soluciones posibles, un diagnóstico situacional como este.
Las últimas noticias, acaecidas en el país y además propaladas por los medios de comunicaciones, evidencian un rosario de hechos que preocupan. Las muertes de connacionales y extranjeros en las carreteras de todo el Perú (inseguridad vial), a propósito del calcinamiento de peruanos en días recientes, cuando una unidad de transportes interprovincial choco abruptamente, con una unidad distribuidora de gas. Al parecer día a día, el Perú se convierte en un mundo en donde las reglas, reglamentos y leyes carecen de pragmatismo real. Consecuentemente también preocupa la abrumadora inseguridad ciudadana (secuestros, robos, suicidios, asaltos) y a todo este conglomerado agregamos sin duda, el agobiante desempleo que deriva de la crisis financiera mundial. Es un error mayúsculo menguar el peso específico del rebrote subversivo en la selva peruana (zona del VRAE). Mientras las autoridades militares discuten sobre las estrategias para combatirla y además poniéndose de acuerdo sobre la edad apropiada para el servicio militar, han fallecido 14 soldados en la ciudad de Ayacucho (Sanabamba), perpetrada por una columna militar terrorista. Aunque lo dicho es arriesgado en muchas aristas, pero parece que los problemas en el Perú, superan a nuestras propias posibilidades. El mar de los problemas avasalla al pequeño barco de soluciones, y lo hacen naufragar.
Las últimas noticias, acaecidas en el país y además propaladas por los medios de comunicaciones, evidencian un rosario de hechos que preocupan. Las muertes de connacionales y extranjeros en las carreteras de todo el Perú (inseguridad vial), a propósito del calcinamiento de peruanos en días recientes, cuando una unidad de transportes interprovincial choco abruptamente, con una unidad distribuidora de gas. Al parecer día a día, el Perú se convierte en un mundo en donde las reglas, reglamentos y leyes carecen de pragmatismo real. Consecuentemente también preocupa la abrumadora inseguridad ciudadana (secuestros, robos, suicidios, asaltos) y a todo este conglomerado agregamos sin duda, el agobiante desempleo que deriva de la crisis financiera mundial. Es un error mayúsculo menguar el peso específico del rebrote subversivo en la selva peruana (zona del VRAE). Mientras las autoridades militares discuten sobre las estrategias para combatirla y además poniéndose de acuerdo sobre la edad apropiada para el servicio militar, han fallecido 14 soldados en la ciudad de Ayacucho (Sanabamba), perpetrada por una columna militar terrorista. Aunque lo dicho es arriesgado en muchas aristas, pero parece que los problemas en el Perú, superan a nuestras propias posibilidades. El mar de los problemas avasalla al pequeño barco de soluciones, y lo hacen naufragar.