Esta terminología que denota ausencia de orden y equilibrio, fue acuñada por Peter Drucker. Es lo más próximo a la realidad en pleno siglo XXI. Estamos como en un proceso de transición, que como es propio de estas dinámicas, no podemos divisar claramente un horizonte contundente. El caos reinante traspasa casi todos los niveles del quehacer humano. La economía, la geopolítica, el orden social y la política misma. Los actores nuevos, todavía no se ubican y maduran del todo dentro del ajedrez internacional. Como consecuencia lógica el poder global, tiene que ser diseminado en distintas direcciones. Las instituciones transnacionales son cada vez más perforadas de manera mediática. La fragilidad evidente del contexto, ha llevado a muchas naciones a una carrera por la integración y regionalización. Los menos poderosos apelan a una suerte de internalización en el juego diplomático. Los que detentan el poder, a una política exterior mucha más ortodoxa, que la usual. En la economía actual, no podemos aseverar que país o bloque tiene la posibilidad de asumir un nato liderazgo, por que el ciclo económico de la década pasada, por su naturaleza propia brilló para todo el orbe. En la geografía geopolítica, también sucede casi el mismo fenómeno. No existe un bloque que brille con luz propia. Aunque las naciones integrantes de estos bloques, empiezan a reconfigurarse y reinventar sus visiones del futuro. Así mismo en materia política, los bloques compiten por hacerse de un espacio significativo. Es un mundo frágil, desordenado, transitivo y por lo tanto inconsistente.
El panorama podría cambiar en los próximos años, para lo cual dependerá del manejo no solo de la economía, la política, la diplomacia, sino del manejo de las crisis y del efecto que tiene las políticas públicas. El antagonismo de los bloques, hasta el momento se ha dejado ver en asuntos como las guerras y los conflictos. Existe un lado que no es explotado, como son la defensa de los derechos humanos, la oposición al armamentismo nuclear, las políticas de salud, como alivio a una serie de enfermedades que de pandemias, hoy recorren como fantasma casi todos los países.
Pero no todo desorden, camina a la deriva. El modelo geopolítico actual, está diseñado para que el líder pueda llenar el espacio y organizar las relaciones internacionales. Este es el caso de EE.UU, que a pesar de sus derrotas en IRAK y la oposición de la comunidad internacional, aún mantiene cierto peso en el teatro llamado tierra.
“En el país de los débiles, el menos débil es el más fuerte”
El panorama podría cambiar en los próximos años, para lo cual dependerá del manejo no solo de la economía, la política, la diplomacia, sino del manejo de las crisis y del efecto que tiene las políticas públicas. El antagonismo de los bloques, hasta el momento se ha dejado ver en asuntos como las guerras y los conflictos. Existe un lado que no es explotado, como son la defensa de los derechos humanos, la oposición al armamentismo nuclear, las políticas de salud, como alivio a una serie de enfermedades que de pandemias, hoy recorren como fantasma casi todos los países.
Pero no todo desorden, camina a la deriva. El modelo geopolítico actual, está diseñado para que el líder pueda llenar el espacio y organizar las relaciones internacionales. Este es el caso de EE.UU, que a pesar de sus derrotas en IRAK y la oposición de la comunidad internacional, aún mantiene cierto peso en el teatro llamado tierra.
“En el país de los débiles, el menos débil es el más fuerte”
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