“Por lo general, el ser humano vuelve la mirada hacia su semejante, cuando lo necesita para sobrevivir o para negociar algún beneficio individual”. En el ámbito de la política este axioma tiene sólida validez.
Siempre los latinoamericanos, en menor o mayor grado hemos sentido que no somos parte actuante en las esferas del poder occidental. Es un sentimiento con una extraña mezcla de impotencia y complejo de inferioridad continental. Inclusive muchos opinaban que éramos el patio trasero y que los EE.UU no nos tomaban en cuenta en el momento de hacer las políticas exteriores. Algo así como una región de segunda categoría, por que mientras el acontecimiento histórico se encontraba en otra latitud del mundo, América Latina ni siquiera era tomada en serio en el dramático cambio del escenario mundial. América Latina siempre estuvo enferma de eventos históricos significativos, salvo las revoluciones que desembocaron en independencias. Cuando el mundo se partía en dos, en capitalistas y comunistas, un gran segmento de naciones latinoamericanas se ubicaban en los denominados “No Alineados”. También es necesario mencionar que A.L no tiene ni tenía en definitiva el poder geopolítico como para imponerse. La mirada de EE.UU frente a A.L, se consolidó muy fuzgamente cuando se remeció el continente con los fenómenos políticos de ampliación del comunismo en la región, con figuras como: Salvador Allende en Chile y Fidel Castro en la isla Cubana. Pero esa preocupación tenía como origen un fin político, la restricción de A.L para no convertirse en un espacio continental de raíces comunistas. El mundo bipolar como producto de la Segunda Guerra Mundial, debía tener un ganador: El capitalismo, la libertad y la democracia.
Esta percepción puede haber cambiado, en el siglo XXI. De seguro otra vez por una conveniencia política y económica. Los TLC es un buen ejemplo de la intención de los EE.UU de mantener un vinculo estrecho con A.L y el otro hecho es sin duda, la aparición de un movimiento como el de Hugo Chávez, que persigue la consolidación de una corriente nacionalista bolivariana. EE.UU necesita en este momento de alianzas y consensos con los países de A.L para desmayar y menguar el proyecto político de Chávez. De por si A.L necesita una vinculación permanente y constante con los ejes del poder mundial.
Esta percepción puede haber cambiado, en el siglo XXI. De seguro otra vez por una conveniencia política y económica. Los TLC es un buen ejemplo de la intención de los EE.UU de mantener un vinculo estrecho con A.L y el otro hecho es sin duda, la aparición de un movimiento como el de Hugo Chávez, que persigue la consolidación de una corriente nacionalista bolivariana. EE.UU necesita en este momento de alianzas y consensos con los países de A.L para desmayar y menguar el proyecto político de Chávez. De por si A.L necesita una vinculación permanente y constante con los ejes del poder mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario